¡Bendito Seas por siempre Señor!
Perdona mis faltas que te vuelven a lastimar y lacerar tu piel
¡Oh Señor!
Autor: Madre Teresa de Calcuta
Señor Crucificado y resucitado;
enséñanos a afrontar
los hechos de la vida cotidiana,
a fin de que podamos vivir,
dentro de una más grande plenitud.
Tú acogiste humilde y pacientemente
los fracasos de tu vida
que te llevaron hasta los sufrimientos
de tu crucifixión;
ayúdanos a vivir las penas y las luchas
que nos trae cada día
como ocasión para crecer
y para asemejarnos más a tí
Haznos capaces de mirar esas pruebas
con valentía y mansedumbre,
llenos de confianza, porque tú nos sostienes;
permítenos comprender
que no llegaremos a la plenitud de la vida,
si no morimos sin cesar a nosotros mismos
a nuestros deseos egoístas;
porque solamente si morimos contigo
podremos resucitar contigo.
¡ Que nada de ahora en adelante,
nos haga sufrir o llorar
al grado de olvidad la alegría
de tu Resurrección !
Tú eres el sol que resplandece del Padre;
tú eres la esperanza de la eterna felicidad;
tú eres el fuego del amor
que incendia nuestros corazones.
Que la alegría de Jesús sea nuestra fuerza,
que sea entre nosotros lazo de paz,
de unidad y de amor.
Amén.
enséñanos a afrontar
los hechos de la vida cotidiana,
a fin de que podamos vivir,
dentro de una más grande plenitud.
Tú acogiste humilde y pacientemente
los fracasos de tu vida
que te llevaron hasta los sufrimientos
de tu crucifixión;
ayúdanos a vivir las penas y las luchas
que nos trae cada día
como ocasión para crecer
y para asemejarnos más a tí
Haznos capaces de mirar esas pruebas
con valentía y mansedumbre,
llenos de confianza, porque tú nos sostienes;
permítenos comprender
que no llegaremos a la plenitud de la vida,
si no morimos sin cesar a nosotros mismos
a nuestros deseos egoístas;
porque solamente si morimos contigo
podremos resucitar contigo.
¡ Que nada de ahora en adelante,
nos haga sufrir o llorar
al grado de olvidad la alegría
de tu Resurrección !
Tú eres el sol que resplandece del Padre;
tú eres la esperanza de la eterna felicidad;
tú eres el fuego del amor
que incendia nuestros corazones.
Que la alegría de Jesús sea nuestra fuerza,
que sea entre nosotros lazo de paz,
de unidad y de amor.
Amén.
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