miércoles, 6 de abril de 2011

Dialogos en el silencio de Dios - Esther

19 febrero 2008


Ayer en la comunión me entregué por completo a Ti y te dije:
Hágase Tu voluntad en mi vida, sin reservas.

Y Tú me dijiste:

Tú te has entregado a Mí.
Ahora Yo me entrego por completo a ti.

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31 marzo 2008

Viernes Santo

Esther:

Amado Jesús, ansío Tu paz, querido Dios.
Busco el silencio porque ahí, si aguzo el oído, puedo escucharte.
El otro día te dije ante el Sagrario:

¡Qué sólo estás, Jesús!

¡Qué poca gente cerca de Tu cárcel de amor acompañándote!

Yo vendré lo más que pueda para estar a Tu lado.

Y Tú me respondiste:

Mi fuego de Amor se calma cuando comulgáis Mi cuerpo.
Deseo y necesito que comulguéis porque es el acto más unitivo que puedo hacer con vosotros.


Esther:
Señor…
¿Tú quieres algo de mí?


Jesús:

Sí, que ames.


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24 marzo 2008



Jesús:

Sí, soy Yo el que te hablo.
Por eso, escucha al sacerdote y demás personas, pe-ro Mi voluntad y Mi designio están por encima de vuestro pensamiento.
Te has mantenido agarrada a Mí y éste último acto tuyo de renuncia a ti misma, Me ha enternecido tanto el corazón que no he podido por menos que decirte abiertamente que soy Yo quien te habla, quien te consuela, quien te llama.
Sé de tu tristeza profunda.
La vivo en Mí.
Pero es necesario este trance y este tiempo.
Aunque no entiendas, confía en Mí.
Premiaré tu entrega a Mi voluntad y seguiré infundiendo Mi propia voluntad en tus deseos como tú misma me has pedido.



Esther:
Señor, inúndame de Tu paz.
Que mi voluntad sea únicamente querer la Tuya.
No dejes de amarme.
Soy única y preciosa a Tus ojos, como me dijiste ayer y quiero que seas feliz conmigo.
Te regalo, Señor, todo mi ser con todas sus poten-cias.
Te regalo algo que ni siquiera es mío porque yo soy Tu criatura, no me pertenezco.
Por lo tanto, Te me doy a mí misma, aunque Tuya soy desde toda la eternidad.

Jesús:

Sigue así, amada mía.
Sigue siempre en Mi corazón.
Ya formas parte de Mi ser, de Mis íntimos.
A ti quiero confiar Mis pensamientos, Mis delicias, Mis desamores…
Y transparentar Mi alma a la tuya.
¡No te vayas de Mi vida! (Con súplica y tristeza).
No a todo el mundo puedo entregarme así.
Necesito saber que Me recogerás en todo momento.
Yo también necesito tu ternura, tus consuelos, tus caricias.
Recuerda que soy también hombre, por amor a vosotros, y toda persona necesita de abrazos, be-sos, alegrías, charlas, proyectos comunes que compartir…
Mírame también como hombre.
Proponme hacer tus proyectos junto a Mí.
Toda empresa que te propongas, hazla Conmigo.
Ofréceme todo, junto a Mí y para Mí, desde la más leve sonrisa que Me dirijas, hasta la entrega y renuncia de tu voluntad.
Todo, hazlo junto a Mí porque Yo supliré lo que tú no puedas y saldrás fortalecida de todo trance.
Reclínate en Mí cuanto quieras.
Sustituye a Juan en Mi pecho.
Yo te abrazaré y te colmaré de ternura.
Nadie te hará sentir tan dichosa como Yo cuando te entregas y descansas en Mí.
Para eso estoy, para estrecharte contra Mi pecho.
Arde tanto Mi corazón, que tu deseo de estar tan cerca, reclinada en Mí, me llena de un inmenso gozo y recibes rápidamente el calor de Mi fuego.
Nunca temas acercarte demasiado a Mí.
Incluso físicamente.
Pídeme que te abrace, que te bese, que te acaricie, que te dé calor por la noche, que te despierte con besos de amor…
No creas que esos deseos salen de ti.
Es Mi necesidad de ti lo que hace que seas tú la que Me lo pida.
Y siendo así, deseándolo tú, Yo me deleitaré en col-marte de atenciones.
¿Sabes?
Eres Mi enamorada, eres Mi dulce tesoro.
¿Cómo no voy a ser celoso de ti, a quien tanto amo?
Soy celoso de quien te quiera arrebatar de Mi lado:
El pecado y la maldad.
Nada temo de lo demás, de que tengas esposo, hijos, buen trabajo, salud, amigos…
Mi felicidad es verte feliz y sé que eres feliz con tu vida llena.
Pero quiero ser siempre tu centro, tu eje.
Que todo converja en Mí.

 
Esther:
No tengo palabras, Señor para bendecir Tu Santo nombre.
Dame humildad y pequeñez para que nuestro Padre tenga a bien revelarme Su ser para darle yo mayor gloria.

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