A media noche, meditando sobre los ángeles, les he dicho:
¡Qué suerte tenéis de estar siempre en la presencia de Dios!
Y uno de ellos, no sé quien, me ha contestado lo siguiente:
Tu dignidad es mayor.
En el banquete del cielo yo soy un servidor, tú eres la invitada.
Es grande la diferencia.
Yo te serviré por amor a Dios, pero tú serás la aga-sajada por Él.
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