Qué bien que me hace el tener este libro en las manos,
porque mis ideas y conceptos, estallan con lo vivido. Y no sé qué hacer ahora
con las experiencias que no sé dónde encajonar en el archivero del bien y el
mal… o en el 'da igual'.
Solo hay 3 cajones.
Qué bien me hace cambiar de aires, comer al aire
libre, tomar un rioja (porque a Jumilla no me llevaron, otro día será) y caminar… que bien le
hace al corazón.
¡Haberlo sabido antes! Y ¡Haber leído antes a Carlos
G. Vallés! Me hubiese evitado la colitis crónica y uno que otro sustito.
Platicando con Jesús, mi capuchino consentido; me
llegó una clara idea del amor del cielo aquí en la tierra. Porque hoy nos
despedimos en un gran abrazo y un beso, sabiendo ambos y poniéndolo en la mesa,
que esta sería la última vez que nos veamos en este mundo.
En el Reino de Dios, si El así lo quiere: le dije; ahí
nos veremos Jesús.
Aun no entiendo por qué no se desapareció la sonrisa
de nuestros rostros, puedo afirmar que aceptamos con plena confianza lo
inevitable. A lo mejor hasta pudimos; en breves instantes, imaginar ese abrazó
allá en el otro mundo. Ambos con la misma sonrisa de ahora en los labios, gozando
infinitamente del reencuentro vivido.
¿No es eso ya vivir un poco del Cielo aquí en la
tierra?
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