19/12/2010
Padre Santo, ¡Bendito seas por siempre!
Te doy gracias porque te dignas amarme a pesar de mis miserias y mis pecados. Porque me conoces bien y sabes que soy una mujer llena de errores, debilidades, pecados, con un alma sucia que te necesita y te busca impacientemente.
Desde que un día abriste mis ojos y me mostraste tu Infinito Amor ¡Bendito seas Señor, gracias Padre Misericordioso! Porque me llenaste de gozo al sentir tu Santa Presencia. Inflamaste mi alma con Tu Divino Espíritu y la reviviste, rescatándome de la perdición. Desde entonces sólo me has amado Mi Señor.
Me purificaste en el crisol, y fui débil y vencida de nuevo. Quise alejarme temerosa por no querer sufrir más. ¡Perdón Señor por no soportarlo! No sabía que con ese dolor, perfeccionaría mi espíritu y lo fortalecería. Mis ojos ciegos no podían ver tu grandeza y tu amor, estaba ciega, y no quería sufrir, porque me aferraba al mundo, a la carne, a lo tangible. Mientras mi alma sedienta te clamaba y mi mente y mi razón luchaban por no dejarla gritar.
Y tu amablemente, comprendiste mis berrinches, mis reclamos, mis miedos, mis debilidades, y me llamaste de nuevo. Con tu Divina Paciencia ¡Bendito Dios! Me mostraste Tu Rostro y me llenaste de Tu amor y con Tu Infinita Misericordia, tocaste mi alma. ¡Gracias Padre amoroso! Porque me perdonas y me cobijas en Tus Divinas Manos. E iluminas mi caminar y no me abandonas.
¡Bendito Seas por Siempre Señor!
Soy toda tuya Mi Dios Omnipotente, Rey del Universo y Padre Creador.
No sé qué sería de mi vida sin Tu Amor y Tu Presencia.
Gracias Padre de Bondad por todo lo que me regalas al igual que a mi familia, no lo merecemos pero Tu Amor es Infinito y no puede parar por nuestras imperfecciones.
¡Yo te alabo y te bendigo Padre Amoroso, no me sueltes de TU MANO!