lunes, 9 de mayo de 2011

Diálogos en el silencio de Dios

10 Mayo 2008

7,00 a.m.

Esther:
Hágase siempre Tu voluntad.
A pesar de mi deseo profundo, me someto a Tu designio porque Tú eres la sabiduría y sabes lo que más me conviene.
Te alabo Jesús con todo mi ser.
Toda yo sea para Tu gloria.
Tú lo eres todo para mí.
Dispón de mi vida.
Tú me conoces mejor que yo misma.
Ayúdame a serte fiel.

Jesús:
Yo también quiero bendecirte e impongo Mis manos sobre ti.

Esther:
Quiero, Jesús, reclinarme en Ti.
Descansar en mi amado.
Sosegarme con los latidos de Tu corazón.

15,25 p.m.

Esther:
¡Oh, Jesus!
A Ti me confío por entero.
No entiendo ninguno de Tus actos pero sé que son los correctos.
¡Ten pena de mi pobre alma y dame alguna luz!
El sacerdote me alerta que es normal que tenga tan-tas dudas y tanto miedo.
Pero yo no sé llevarlo bien.
Sabes que soy una persona que necesita tener las cosas claras y ahora me invaden las tinieblas.
Esto es tan grande para mí, amado Jesús, que a veces me supera.
¡Oh, Jesús!
¡Cuánto Te amo!
Todo podrá ser mentira, pero mi amor por Ti es verdadero.

Jesús:
Todo es verdadero.
Tu amor por mí y Mi amor y Mi correspondencia por ti.
Yo soy quien te hablo.
No sé cómo decírtelo más contundentemente.
Pero entiendo tus dudas.
Es tu humildad en verte indigna lo que te hace dudar.
Pero  Yo conozco los corazones.
Yo sé en quien he depositado Mis palabras.
Y tú eres válida y amada extraordinariamente por Mí.
No temas.
Nada te acongoje.
Nada te turbe.
Yo vivo en ti, ya lo sabes.
Y Mis secretos son nítidos para tu corazón y tu entendimiento.
Crees que son tus pensamientos los que te hablan.
Pero…
¿Cómo podrían ser tus pensamientos únicamente si Yo no estuviera en ellos?
Yo soy tu pensamiento.
Yo habito plenamente en tu ser porque tú Me lo has permitido.
Por ello Me escuchas, porque Yo habito en ti.
Todo el que Me deje habitar en él, escuchará Mis palabras.
Yo Me he de revelar a él.
Yo moraré y conviviré en diálogo continuo con él.
Es así de fácil.
Yo os dije:
El que Me ame, será amado por Mi Padre y vendremos a él, y haremos morada en él.
Y Yo me revelaré a él.
En ti, simplemente se cumple Mi palabra.
Habitamos en ti, y nos revelamos a ti.
Te amo, dulce corazón entregado al Mío.
Tu miseria es Mi obsesión por transformarla en gloria.
Tu miseria, tu pequeñez, se hacen monumento espléndido ante Mí.
Yo tallo tu miseria y la transformo en belleza sin límites.
¡Sed miserables ante Mí porque eso me enamora!
¡No seáis dignos y soberbios porque ello Me entristece y Me aleja de vuestras almas!
La sencillez, la dulzura, la compasión con el débil, la renuncia a vuestras apetencias…
Esa es obra Mía y a Mí me lo debéis entregar para que Yo haga el milagro de la transformación.
¿Sabes?
El alma que se acerca a Mí, cambia.
Cambia sustancialmente.
Cambia sus gustos, sus necesidades, sus deseos.
Cuanto más cerca está de Mí, sus deseos son Mis propios deseos.
Yo los inculco con amor.
Desea tú Mis deseos y Yo desearé los tuyos.
Busca tú Mi reino y Yo buscaré tu plena felicidad, primero aquí en la tierra, más tarde en el cielo.
Reposa en Mi corazón.
Yo te amo de verdad.
Yo nunca te fallaré.
Anda, descúbrete ante Mí y dime:
“¡Señor te deseo ardientemente, como Tú me deseas a mí!
Descansemos unidos en el amor del Padre.
Te amo.”
AMEN.

22,30 p.m.

Esther:
¡Oh Jesús!
Vengo de Misa y de la vigilia de Pentecostés.
Ya en casa, me invade la certeza de que todo viene de Ti.
Oro con una fe extraordinaria y me entrego sin límites a Ti para que dispongas de mí.
La noche entera es una certeza.
Me despierto a las 4,30 a.m.
Continúa la certeza y la paz de espíritu.
Por la mañana a las 9,30 a.m. me pongo a orar, y todas las lecturas que voy orando son pidiéndome que no dude.
Por la mañana se me inspira que llame al sacerdote y le comunique la certeza.
Así lo hago y él me dice que ha orado por la noche y que es urgente decirme que esta situación es martirial y muy difícil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario