miércoles, 29 de agosto de 2012

VIVIR EN LA DIVINA VOLUNTAD NO ES DIFÍCIL


19. A la Sra. Antonieta Savorani, viuda de Faenza

Fiat - ¡In Voluntate Dei!
Mi buena hija en el Querer Divino,
 su carta me ha dado un gran contento, especialmente al oír que queréis despojaros de los vestidos de luto del humano querer; y yo respondo en breve a vuestras dificultades.
Vivir en el Querer Divino no es tan difícil como usted y otros creen, ni el dulce Jesús quiere cosas imposibles, ni sabe enseñar cosas difíciles, más bien en lo que enseña es tanto su amor, que no sólo facilita sus enseñanzas, sino que para volver fácil lo que quiere y nos enseña, se pone a nuestra disposición, haciendo junto con nosotros lo que Él quiere y enseña.
Todo está hija mía en una fuerte resolución, firme y constante de hacer entrega de nuestra voluntad en las manos de Jesús, para hacer que en todos nuestros actos entre la suya.
Así que en todo nuestro ser, en los actos más naturales de la vida, en el alimento, en el sueño, en las penas, en la oración, y aun en los lícitos placeres, el Querer Divino debe tener su puesto regio, su campo de acción, y nuestra voluntad debe ser el terreno donde recibir estos actos divinos, y el escabel donde el Querer Divino debe apoyar estos sus actos; y estos actos unidos juntos forman su Vida.
La vida no se forma con un solo acto, sino con muchos actos repetidos e incesantes.
Y además, es tanto el amor de Jesús, sus suspiros y aun sus lágrimas, por querer que su Querer reine en nosotros como vida, que no nos deja solos, desciende Él mismo en el fondo de nuestro Querer, lo plasma, lo fortifica, lo purifica, lo prepara, y hace junto con nosotros lo que nosotros hacemos.
Así que si queremos, todo está hecho; pero a pesar de todo esto, no debemos no sentir más nuestra voluntad, no sería victoria nuestra ni de Jesús obrar sobre una voluntad muerta; los muertos se sepultan, por eso Jesús la quiere viva, a fin de que sienta todo el bien de que su Voluntad obrante extienda en ellos sus actos.
La voluntad humana se vuelve como habitación de la Divina, y le da toda la libertad de poder dominar, y la hace hacer lo que Ella quiere.
¿Ves entonces cómo es fácil? No se debe ser religiosa para hacer esto.
La santidad del vivir en el Querer Divino es de todos, pero a decir verdad, es de aquellos que la quieren.
Por eso ponte a la obra, di a Jesús de corazón:
“¡La quiero firmemente, la quiero repetidamente, la quiero!” Y Jesús hará prodigios; y de todo lo que haga y sufra se servirá como materia para pedir su Voluntad y hacerla obrar con su virtud creadora.
Respecto al voto, hágalo el día de la Ascensión, a fin de que el dulce Jesús se lleve al Cielo vuestra voluntad como la más bella victoria que ha hecho sobre usted.
Termino porque no puedo más. Ruegue por mí y hágase santa porque Jesús lo quiere. Os dejo en el puesto de honor de la Divina Voluntad.
La pequeña hija de la Divina Voluntad.
Que cada uno se revista de sentimientos de humildad para con los demás, porque Dios se opone a los orgullosos y da su ayuda a los humildes6 Humíllense bajo la mano poderosa de Dios, para que él los eleve en el momento oportuno. 7 Descarguen en él todas sus inquietudes, ya que él se ocupa de ustedes.
8 Sean sobrios y estén siempre alerta, porque su enemigo, el demonio, ronda como un león rugiente, buscando a quién devorar. 9 Resístanlo firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos dispersos por el mundo padecen los mismos sufrimientos que ustedes. 10 El Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna en Cristo, después que hayan padecido un poco, los restablecerá y confirmará, los hará fuertes e inconmovibles. 11 ¡A él sea la gloria y el poder  (1 PEDRO 5:10 )
Recuerden que Dios nos ha elegido por medio de Jesucristo, para que formemos parte de su maravilloso reino.

ANHELOS DE SANTIDAD.

Dulce Jesús mio, delicia mía y vida mía, por tu misericordia hazme santa.  
Te pido, oh Jesús, por cada latido de tu Corazón adorable, hazme santa.
Se trata precisamente de tu gloria, de la finalidad amorosa de tu Pasión, de tu anhelo más ardiente, si yo me salvo, quizá no habrá en el cielo otra alma que cante eternamente tus alabanzas mas...
Así que ¡hazme santa, oh mi Jesús!
Soy un miembro de tu Esposa, la Iglesia, que adquiriste con tu sangre Divina; ah, no toleres en ella una hija mala como yo, pobrecilla, sino que por amor a tu Iglesia hazme santa, oh Dios mio.
¡Oh Jesús, por tu infinita misericordia, hazme santa!
Tu me impones que edifique a mi familia, a mi prójimo, a mis amistades; me pides que haga amar la virtud, que atraiga almas a Ti, ¿como podré lograrlo tan  pobre como soy, tan poco devota, humilde paciente? 
Ah, al menos por amor a las almas que cuestan sangre a tu Corazón, hazme santa, oh Dios mio.
Pero,  ¿que necesidad tengo de presentarte tantos motivos?   ¿no eres Tu la liberalidad y la bondad infinita?.
¿Podrías Tu oh amado de mi alma, dejar postrada ante Ti sin escuchar a una hija tuya que te abre el corazón, te confía sus anhelos y te pide solo ser santa?. ¿No la escucharás en la grandeza de tu misericordia?.
Y aún cuando por mi constante ingratitud me quieras arrojar, ¿podrías negarle esta gracia a tu Bendita Madre María,  Madre mía también que te lo pide por mi, presentándote toda su compasión a tus dolores? ¿Podías negárselo a mi Ángel custodio que constantemente te ofrece sus celestiales adoraciones para obtenermela?,
¡Oh Jesús por tu infinita misericordia hazme santa!
Oh Jesús mío, me confieso indigna de cualquier favor, pero cuando te pido ser santa ¿que te pido al fin sino que se cumplan en mi los designios de tu Redención y que tu bondad triunfe sobre mi maldad, mis rechazos y mi indiferencia?.
Oh amor mio. Tú eres omnipotente: quémame, incinérame, consúmame en tus llamas,  haz que no te ofenda nunca más, que yo muera a mi misma, que de este otro poco de mi vida haga un solo acto de expiación, de agradecimiento, de adoración y de apostolado, un solo acto de inmolación y purísimo amor. Oh Jesús que yo viva en ti toda absorbida, atraida y arrodillada con el espíritu siempre ante tu majestad sacramental, es mas haz que yo viva, de tu misma vida sacramental, es más, haz que yo viva oh Jesús, de tu misma vida sacramental, eucarística, que es todo un inefable misterio de escondimiento, laboriosidad y de amor.
¡Oh Jesús, por tu infinita misericordia hazme santa!.
Lo se... es necesario hacerme violencia,  en muchos movimientos de mi espíritu y vencerme en mil modos en mil ocasiones...
Es necesario obrar siempre y en todo con espíritu vivo de fe, y de santo temor de Dios.
Es necesario hacer vacio de toda criatura, alrededor de mi y dentro de mi.
Es necesario tener mi corazón siempre en alto, guardarlo inmaculado, hacer florecer en el, azucenas, rosas, violetas, jacintos...
Mas ¿Que es imposible para el amor?.
Ah,  hazme comprender, oh Señor, cuan fácilmente puedo ser santa, solo con que me abrace con amor a la cruz del día que tu amor me regala; solo con que cumpla lo mejor que pueda las acciones de cada día que el deber o la caridad me mandan.
Oh, cómo es sublime embriagarse del dolor por amor... oh como perfecciona cumplir todo con intención purísima, bajo la mirada santísima de mi Dios y en unión con mi Ángel custodio como si tuviera que hacer solo esa acción y después de hacerla,  en seguida tuviera que comparecer ante el juicio divino, como si solo dependiera de ella mi salvación eterna.
¡Oh Jesús por tu infinita misericordia hazme santa!.
Instrúyeme Tú mismo, oh Jesús mío, como paciente Maestro. Enséñame, te pido, con Santo Tomás, a que sea sin repugnancia en mi humildad, sin disipación en mis alegrías,  sin abatimiento en mis tristezas, sin inconstancia en mi piedad.

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