jueves, 15 de marzo de 2012

Giro en la Divina Voluntad (2)

Fiat Voluntas Tua





Segunda Hora



El alma sigue a la Divina Voluntad en la creación del mar y del viento.



Vida mía, Jesús, tu Fiat me empuja, y heme aquí por eso a considerar la creación del mar. ¿Pero qué oigo? Oigo un murmullo continuo, símbolo de tu movimiento eterno que jamás se detiene; entro en ese movimiento divino, infinito, incesante, que da vida a todos, y lo hago mío para darlo todo a todos, y para pedirte por todos, el reino de tu Querer.

Mira oh Jesús, con tu Fiat desciendo en el abismo del océano, y dondequiera que yo descubro un movimiento, una vida, un murmullo, hago salir mi grito incesante: "Te amo, te adoro, te agradezco, te bendigo, te glorifico", e invistiendo con mi voz el murmullo del mar; el agitarse de los peces; las olas, ora tumultuosas, ora pacíficas, te pido con insistencia el reino de tu Fiat. ¿No escuchas, oh Jesús, cómo todas las gotas del agua, con su murmullo, al igual que tantas voces dicen: "Fiat, Fiat, Fiat?" ¿Cómo las olas con su fragor parece que quieren abrir el seno del mar, para hacer salir tu Voluntad que las domina, y encerrarla dentro de todas las criaturas, para que todas hagan reinar en sí mismas a tu Fiat Divino?

En este mar yo vengo a exaltar y a amar en su murmullo a tu movimiento incesante; en sus olas altísimas a tu fortaleza y a tu justicia; en las aguas cristalinas a tu pureza que no conoce mancha; en su grandeza, a tu gracia e inmensidad que todo envuelve y encierra. Con tales sentimientos, te ruego, oh Jesús, que hagas al hombre: justo, fuerte, puro; haz que él viva escondido y envuelto en tu santísima Voluntad, a fin de que pueda correr en tu mismo movimiento, de donde él salió.

Vida mía, Jesús, giro ahora en el viento con su frescura, con su violencia e impetuosidad que arroja por tierra, que eleva y rapta; lo considero para amar, alabar, glorificar y para bendecir el imperio de tu Voluntad en él. Ahora parece que gime, y ahora parece que grite; es el amor del Querer Divino el que gime en el viento porque quiere ser reconocido, y no viéndose escuchado, gime y habla con voces arcanas, porque quiere reinar y porque exige su propio dominio en medio de las criaturas. Con el imperio de tu Querer Supremo, haz que venga su reino en medio de las criaturas y que domine sobre ellas, en modo que ninguna le pueda resistir jamás, aliéntalas con su frescura, haz uso de su violencia e impetuosidad para aterrar en ellas al querer humano, para levantarlas y raptarlas en el tuyo. Haz escuchar a todos tus gemidos continuos, hazles entender que quieres reinar en medio de ellos, y si no eres escuchado, grita, habla fuerte, con tus voces arcanas, a fin de que ensordecidos por ellas, cada hombre se rinda y reconozca a tu Santo Querer como su soberano.

Por eso, Amor mío, corro también yo sobre las alas del viento para pedirte por medio suyo el advenimiento del reino de tu Fiat; con cada una de sus oleadas quiero llevar a todos su beso, sus caricias y sus dulcísimos abrazos.



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