Fiat Voluntas Tua
Segunda
Hora
El alma sigue a la
Divina Voluntad en la creación del mar y del viento.
Vida
mía, Jesús, tu Fiat me empuja, y heme aquí por eso a considerar la creación del
mar. ¿Pero qué oigo? Oigo un murmullo continuo, símbolo de tu movimiento eterno
que jamás se detiene; entro en ese movimiento divino, infinito, incesante, que
da vida a todos, y lo hago mío para darlo todo a todos, y para pedirte por
todos, el reino de tu Querer.
Mira oh Jesús, con tu Fiat desciendo en el abismo del
océano, y dondequiera que yo descubro un movimiento, una vida, un murmullo,
hago salir mi grito incesante: "Te amo, te adoro, te agradezco, te
bendigo, te glorifico", e invistiendo con mi voz el murmullo del mar; el
agitarse de los peces; las olas, ora tumultuosas, ora pacíficas, te pido con
insistencia el reino de tu Fiat. ¿No escuchas, oh Jesús, cómo todas las gotas
del agua, con su murmullo, al igual que tantas voces dicen: "Fiat, Fiat,
Fiat?" ¿Cómo las olas con su fragor parece que quieren abrir el seno del
mar, para hacer salir tu Voluntad que las domina, y encerrarla dentro de todas
las criaturas, para que todas hagan reinar en sí mismas a tu Fiat Divino?
En
este mar yo vengo a exaltar y a amar en su murmullo a tu movimiento incesante;
en sus olas altísimas a tu fortaleza y a tu justicia; en las aguas cristalinas
a tu pureza que no conoce mancha; en su grandeza, a tu gracia e inmensidad que
todo envuelve y encierra. Con tales sentimientos, te ruego, oh Jesús, que hagas
al hombre: justo, fuerte, puro; haz que él viva escondido y envuelto en tu
santísima Voluntad, a fin de que pueda correr en tu mismo movimiento, de donde
él salió.
Vida mía, Jesús, giro ahora en el viento con su frescura,
con su violencia e impetuosidad que arroja por tierra, que eleva y rapta; lo
considero para amar, alabar, glorificar y para bendecir el imperio de tu
Voluntad en él. Ahora parece que gime, y ahora parece que grite; es el amor del
Querer Divino el que gime en el viento porque quiere ser reconocido, y no
viéndose escuchado, gime y habla con voces arcanas, porque quiere reinar y
porque exige su propio dominio en medio de las criaturas. Con el imperio de tu
Querer Supremo, haz que venga su reino en medio de las criaturas y que domine
sobre ellas, en modo que ninguna le pueda resistir jamás, aliéntalas con su
frescura, haz uso de su violencia e impetuosidad para aterrar en ellas al
querer humano, para levantarlas y raptarlas en el tuyo. Haz escuchar a todos
tus gemidos continuos, hazles entender que quieres reinar en medio de ellos, y
si no eres escuchado, grita, habla fuerte, con tus voces arcanas, a fin de que
ensordecidos por ellas, cada hombre se rinda y reconozca a tu Santo Querer como
su soberano.
Por
eso, Amor mío, corro también yo sobre las alas del viento para pedirte por
medio suyo el advenimiento del reino de tu Fiat; con cada una de sus oleadas
quiero llevar a todos su beso, sus caricias y sus dulcísimos abrazos.
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